Todos y cada uno de los días que estuvo en Kolomna, ciudad rusa ubicada en el punto donde se encuentran los ríos Moscova y Oká, Ossain Almaguer se paró en el balcón trasero de la casa de unos amigos cubanos y vio pasear a los perros con sus dueños, vio familias enteras reunirse los domingos, vio algunas embarcaciones navegar a contracorriente, y sintió más de una vez, a sus 24 años, que el pecho se le hacía una escarcha por el frío, durante aquellos días tristes de septiembre de 2016.
“Yo me siento derrotado. Volver a este país, ver que si antes estaba malo ahora está peor, es duro. De momento estoy cuidando a mi abuela que tiene Alzheimer avanzado, buscando un trabajo, y tratando por todos los medios de volverme a ir. Yo no quiero estar aquí”.