

Onasis duerme bocabajo
El Instituto Nacional de Inmigración holandés le concedió al cubano
Onasis Torres asilo político. El gobierno también le otorgó una casa
propia, dinero para amueblarla y posibilidades de estudio.
Nos conocimos en el campamento AZC Leersum, a las afueras
de Ámsterdam, durante un día fresco y largo en el que Onasis,
después de una tanda estresante de entrevistas, cocinó un arroz
congrí con bistec y vianda frita que yo agradecí tremendamente.
Desde entonces he pensado que Onasis ya ha vivido suficientes
momentos importantes en Holanda: la muerte del padre, el primero
empleo como emigrante, su casa fuera de un campamento, la
condición de asilado. A eso agreguémosle los días alegres, los días
tristes, las resacas, alguna fiebre, la gente que llega a la vida de uno
y la gente que se va.
Cuando alguien ha vivido esas y otras cosas en un lugar durante
una estancia determinada, no hay manera de que ese lugar no
empiece a asumirse como propio.
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De 2015 a 2018, el Ministerio de Seguridad y Justicia y el Servicio de Inmigración y Naturalización holandés atendió los procesos de solicitud de asilo de 430 cubanos, de los cuales 390 fueron denegados y 10 aceptados hasta la fecha en que se realizó esta investigación. Entre los 30 restantes hay quienes siguen pendientes, o han abandonado el proceso, o se han ido a otros países del territorio Schengen.